sábado, 12 de marzo de 2011

¿Qué música tiene tu nombre?

Conforme fueron avanzando la física y la química se empezó a definir  el comportamiento de los átomos, explicando que el movimiento de giro de los electrones origina un compás y cadencia que crea una onda, esa onda la podemos percibir como la forma o materia. Cuando coexisten cadencia, onda y forma se produce el sonido. Simplificando en exceso podemos afirmar que en esencia somos sonidos, ¡SOMOS MÚSICA!

Haciendo un “remember when” descubrí que en las épocas más oscuras de mi vida  viví sin música… de la misma forma que escuchaba música triste cuando el corazón se me encogía, alegre cuando se me salía del pecho… o sea, vibramos y queremos vibrar con música que nos defina en cada momento. Lo mismo nos pasa con las personas, es lo que llamamos una “cuestión de piel”, es lo que llaman “resonancia en simpatía o  solidaria”, hay gente con la que conectamos con una simple mirada y otra que no soportamos por muy amables que sean: vibramos en diferentes amplitudes musicales…

Y es curioso cómo nos encasillan  partiendo de la música que escuchamos. Siguiendo ese patrón y dependiendo del momento de mi vida en concreto se me hubiese clasificado de alternativa, rockera, retro, clásica, moderna… pero la verdad es que siempre he disfrutado mezclándolas todas, será porque mi alma sigue buscando su esencia o, porque en esencia mi alma ha sido un poquito de todas ellas y se reconoce en esas vibraciones combinadas que nos hace transportarnos. Para mí la música siempre ha sido un vehículo, uno amable que me ha ayudado a expresar aquello que las palabras y los gestos no alcanzan.

Nelly Méndez en una entrevista explicaba que “el Registro Akáshico es el registro del viaje del alma desde su comienzo hasta el retorno a la fuente. Allí se emite un sonido, cuando el alma se desprende de la fuente, que es lo que nos identifica. En términos terrenales, el sonido que nos va a identificar es el del nombre, por eso se trabaja la lectura a través del nombre”.  

Entiendo que nuestros nombres nos definen, que nos brindan esa música con la que ofrecemos conciertos en esta vida. Pero me pregunto cómo influye el estar en un lugar del planeta, u otro. He vivido en países donde debías elegir el nombre de tus hijos de una lista, en otros dónde sólo se podían poner aquellos que aparecían en la biblia, en muchos en los que no se puede cambiar el nombre (porque era casi una cuestión de estado), pero elijo la opción del país en el que ahora estoy: puedes llamarte como quieras (nombre y apellidos incluidos) y puedes cambiártelo cada 10 años (y según en qué circunstancias más a menudo). 

Elijo esa opción porque te permite redefinirte a cada rato, puedes cambiar de registro musical. Mis pasaportes muestran diferentes nombres dependiendo del país en el que me encuentro. Pero en esencia soy la misma música, porque soy todas ellas a la vez. Soy el cúmulo de todas las experiencias de mi alma, con todas sus melodías.

Aunque siempre he envidiado a la gente con dotes musicales, mi fascinación llegó a su punto álgido, cuando  el otro día conocí a una persona con capacidad auditiva completa (creo que traduje bien) es capaz de recordar y reproducir cualquier ruido o música, con sólo escucharla una sola vez… 

Y seguramente se trata sólo de eso: de recordar qué música tiene tu nombre, cada vez que nos conectamos a los RA estamos escuchando ese concierto que nos ha ido definiendo, esa música que nos permite ser compositores de nuestras vidas.

Eba

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