lunes, 25 de abril de 2011

El conocimiento protege, pero ¿dónde tengo los calzoncillos?

Estamos tan acostumbrados a tragarnos la información procesada, que nuestro músculo de pensar poco a poco se queda atrofiado. Lo peor no es sólo eso, sino que encima desde que nacemos somos sometidos a un duro entrenamiento para creer que esto está bien, nos extirpan la capacidad para cuestionar las realidad que vivimos y les prohíben a nuestros cerebros más inteligentes (léase amor, intuición…) tomar el control de nuestras vidas. Acabamos programados viviendo sin sueños, o con sueños implantados que si nos paramos a pensar y somos sinceros, poco o nada nos interesan realmente. 

La mayoría de la población no se pregunta cosas tan básicas por qué no usamos energías más limpias y más rentables, porque nuestros alimentos están altamente contaminados, hasta el punto de enfermarnos. Por qué todas las economías del mundo están destinadas a destruir el planeta, organizadas de una manera completamente absurda, ¿Quién en su sano juicio destruiría su “hogar”? Pero aceptamos todo como borreguitos, porque así está establecido… aceptamos y callamos… ¡mejor no pensar! 

Como mínimo deberíamos plantearnos si realmente nos benefician nuestros tipos de vida, si no, ¿Quién sale beneficiado?

Cedemos lo más divertido de nuestras vidas, las decisiones,  a instituciones (gobiernos, religiones, escuelas…) que dictan como debemos movernos, pensar, incluso enfermar y hasta morir. Nos mantienen entretenidos y ocupados en “batallitas” que no nos conciernen porque aún no hemos conquistado nuestros propios cuerpos físicos, ni espirituales, ni todas las capacidades que nos harían CRECER como SERES. Cuando me pregunto: ¿Por qué es así? Sólo una respuesta viene a mi mente: porque es más cómodo así, delegar en vez de responsabilizarse, es como el marido que no sabe donde le guardan sus propios calzoncillos, porque su esposa se encarga de todo para que no le “desacomoden el armario”… Y poco importa si eres el marido “comodón” como la esposa “controladora” basta con que aceptes el juego para perderte… 

Vivo rodeada de mentiras y participo de ellas, al menos soy consciente de ello, no me salva pero me hace buscar alternativas hasta dar con una que realmente me complete. Siempre avancé  a través de las dudas. Son en cierta manera un pequeño motor que me empuja a seguir buscando  y a no conformarme con cualquier cosa. Últimamente escucho en voz de mucha gente que está despierta: EL CONOCIMIENTO PROTEGE. Cuando digo conocimiento no me refiero al montón de datos que nos hacen repetir en la escuela, universidad u organismo parecido.  Cuando me refiero a conocimiento, me refiero a detenerse a pensar y analizar nuestras vidas y lo que nos rodea y permitirse sentir que tanto nos sirven las estructuras en las que estamos anclados y que tanto deberíamos cambiar. El conocimiento nos lleva a la verdad, y estoy convencida que VERDAD hay una sola, pero que cada uno la interpreta a través de su realidad de un modo diferente, así existen tantas realidades como seres y lo más curioso es que todas están bien (incluso las que nos parecen más negativas). La cuestión está en revisar que tanto estamos dispuestos a hipotecar nuestras realidades, para seguir en ese ensueño que nos aleja del trabajo que implica aceptar la verdad y responsabilizarse de esta vida. 

Cuanto más cerca estamos de la verdad más aceptamos las  diferencias, porque entendemos que la luz y la oscuridad, el blanco y el negro, el bien y el mal son dos mitades de la misma esfera, que se completan, y aceptarlas no implica que debamos experimentarlas ambas, sólo comprenderlas y no juzgarlas, entender ese ser en su fluir. 

Creo que este es el gran reto del conocimiento: entender hasta no juzgar, y no me refiero a perdonar (que es otro modo de “juicio”), me refiero a esa sensación de comprender, interiorizando, para luego elegir lo que queremos que nos defina, pero desde un panorama más amplio que lo incluya todo (o el máximo posible).
Este es un caminito que vamos recorriendo de a poco, paso a paso, incluso muchas veces marcha atrás.
Muchas veces pedimos desesperados entender la vida que nos rodea y el universo nos manda las respuestas, pero si no son las que queremos escuchar, las desestimamos y preferimos seguir en la ignorancia… Porque conocimiento implica estar lo suficientemente abierto y receptivo a ideas que no están preestablecidas, a conexiones que nunca haríamos automáticamente. Conocimiento implica estar dispuesto a destruir viejas ideas porque ya no nos sirven, conocimiento implica aceptar que no lo sabemos todo y que estamos un poco dormidos, aturdidos y confundidos.

Y, en este ir avanzando por la vida, cargada de preguntas, acabamos entendiendo con una media sonrisa escondida en la comisura de la boca que, la aplicación del conocimiento genera energía, la cual, a la vez, genera luz.

Eba

SIENDO UNA BUENA “ESCUCHADORA”

La última lectura que realicé desencadenó en mi una cantidad de interrogantes que he tenido y que nunca me había puesto a trabajar.

Doy gracias a esa lectura por hacérmela recordar y por consiguiente ponerme a trabajar.

La cuestión es la siguiente:
        “Cuando uno accede a muchas técnicas de sanación, de energía, como los Registros Akáshicos, o las constelaciones etc., llega un momento que viene la pregunta inevitable:

“¿Qué hago con todo este material”?

¿Mezclo de todo un poco y hago algo nuevo?

¿Pongo un poco de cada cosa, como una excelente cheff en la cocina de la vida?

Es ahí cuando recurro a mis Registros, los cuales simplemente señalan:
“ HAY   QUE   SER   UNA   BUENA   ESCUCHADORA”

Escuchadora de qué es lo que demanda el otro. Qué es lo que el otro quiere y ahí sí buscar la herramienta que más conviene. 

Se me contestaron varias preguntas, por ejemplo el por qué de varias herramientas, pues, hay tantas herramientas para tantas demandas.

Cuando uno realmente escucha la demanda del otro, se da cuenta que no es lo mismo Reiki que Magnified Healing, no es lo mismo Registros  que constelar,  ni lo mismo que una buena interpretación psicológica.

Las diferencias las hace el otro en su demanda, y ahí se ve lo buena “usadora” de los recursos que el Universo nos va dando, a veces todos juntos a veces dosificados.
También nos hace buenas “oidoras” cuando nos reconocemos en seres capaces de no solo acceder a esos recursos sino a ponerlos en práctica.

Cuando me doy cuenta de todas las herramientas que tengo, me tengo que reconocer como merecedora de tales herramientas y capacitada para usarlas.

  TENGO  SER  UNA  BUENA  ESCUCHADORA  DEL  UNIVERSO CUANDO  ME  MANDA  MUCHAS  HERRAMIENTAS  ( ahí me dice “te las mando porque te sé capaz de usarlas bien)  Y  TENGO  QUE  SER  UNA  BUENA  ESCUCHADORA  DEL  OTRO  PARA  USAR  LA  HERRAMIENTA  QUE  MÁS  LE  CONVENGA  AL  OTRO”
Andrea Montes

jueves, 21 de abril de 2011

¿QUÉ VINE A APRENDER?

Es la pregunta que nos hacemos a veces, y otras que nos tendríamos que hacer.
Según Suzanne Powell:
“…el hijo/a ha nacido en este mundo ya sabiendo, conociendo ya la familia y la situación donde iba a vivir y a hacer su vida, ya lo sabía de antemano. Lo que pasa es que nace y se olvida. Pero en su alma y en su corazón ya sabía lo que le tocaba”.

Ella nos plantea que con el nacimiento uno se olvida, y yo iría un poco más allá.

No solo nos olvidamos, sino que tratamos sistemáticamente de cambiarlo.

La pregunta sería ¿por qué?

Nuestra alma elige un determinado entorno para crecer. O sea que es necesario, esa madre, ese padre ese entorno para dar un paso más en muestro camino evolutivo.

¿Por qué no le hacemos caso?

¿Qué es lo que nos lleva a no hacerle caso?

¿Es nuestro Ego el que intenta boicotear los deseos del alma? ¿Del corazón? ¿Con qué fines?

¿Qué es lo que estamos logrando, con estas luchas intensas que tenemos con el entorno, cuando intentamos cambiarlo? Ya que de estas luchas generalmente salimos muy dañados, con mucho dolor, con sentimientos de culpa y vaya a saber cuántas cosas más.

Creo que ese tiempo ha llegado a su fin. Nos hemos dado cuenta que no hay logros en el camino del Ego. Sólo frustración.

Viejas estructuras han caído y junto a ellas creencias de que
“si no me ocupo del entorno”  “si no hago algo por el entorno”  soy egoísta.

Ahora no. Soy egoísta si no me hago caso a lo que mi alma y mi corazón vinieron a hacer acá, en esta situación.

Entonces volvamos a lo ¿qué “vine yo a hacer acá”?  Volvamos a
¿ “por qué elegí este material para crecer”?

Dejemos en paz al entorno con todo nuestro respeto por el camino que han tomado y respetémonos nuestro camino, que de eso vine a aprender.

Si cambiamos nuestro entorno entonces donde está nuestro aprendizaje. Enseñemos aprendiendo.

Volvamos al alma y al corazón y preguntémosle: “¿por qué eligieron semejante entorno?” 

“¿qué tengo que aprender de él?

“¿qué me está mostrando?

No gastemos más energía en cambiarlo. Aprendamos de él.

Andrea Montes

lunes, 11 de abril de 2011

Está sonando el despertador...

Hay momentos en la vida en los que estamos como en pausa, no nos pasa nada dramático, ni especialmente feliz. Seguimos con nuestra rutina de una forma tranquila.

A veces se nos cruzan en el camino seres especiales, que son capaces de plantar semillitas que pueden florecer incluso años más tarde. Tengo la sensación que últimamente estas semillitas se van multiplicando y llegan en grandes cantidades con diferentes voces, cada una de ellas le llega a quien puede entenderla, en su idioma, con su idiosincrasia.

Yo estoy convencida que todas estas voces somos nosotros mismos, hablándonos desde otro plano, con una visión más amplia del mapa que seguimos, una versión de nosotros mismos con GPS incorporado. El problema es que esa versión de nosotros mismos debe ingeniárselas para que la escuchemos. Nos hemos esforzado tanto en suprimir todo lo que nos hace divinos, que no somos capaces de confiar en cosas tan sencillas como nuestra propia intuición (cualquier animal, por básico que sea, se guía de la suya, es ley de vida, ley de supervivencia). 

Nos hemos anclado al planeta tierra olvidándonos de nuestra propia coherencia. Hemos sido capaces de menospreciar la sabiduría de nuestros antepasados, en vez de intentar entenderla nos hemos reído de ellos calificándolos de "salvajes", "ignorantes" y "atrasados". Justo ellos que han sido los que más respetaban la madre tierra, Gaia o Sophia, cada cual le da el nombre que quiere. Ellos entienden que estamos en este viaje junto con ella, nos guste o no, debemos trabajar en equipo y con otros parámetros.

Sin embargo, somos capaces de creernos cosas tan increíbles como los sistemas políticos-sociales-económicos, sin cuestionarlas,  pero en cuanto uno las analiza con la sencillez de un niño, enseguida nos damos cuenta que algo está mal, que no pueden durar eternamente. Podemos cerrar los ojos o mirar para otro costado, pero el ciclo se cierra y no importa de qué forma, todos lo "sentimos" hasta los más escépticos. Los paradigmas se agotan, la gente empieza a buscar otras informaciones que le convenzan un poquito más…

 Y, lo más divertido es que cuando nos entregamos a la búsqueda de nuestro propio camino, cuando estamos dispuestos a "escucharnos", la información nos llega como ríos desbordados, saciando nuestra sed de querer SER. Nos vamos sacudiendo la modorra que nos mantiene atontados y las comodidades ya no nos bastan. Queremos más. Y claro, estamos en ese momento al alba, cuando el cielo aún está oscuro, que abrimos los ojos y no sabemos en qué realidad estamos despertando. El sueño vivido durante la noche aún nos parece más real y seguimos confundidos. 

Pero nos hemos puesto el despertador y ya ha sonado, así que con más o menos prisa, vamos desperezándonos e intentamos salir de la cama, cada cual a su ritmo. 

Ahora cada uno deberá elegir individualmente que realidad escoge, en cual quiere despertar… pero incluso las que nos parezcan más equivocadas, tendrán su espacio y serán las correctas para quien las elija. 

Toda la información se ha ido colando en nuestros sueños, durante nuestros viajes por la noche a esas realidades en dónde lo absurdo y lo genial se dan la mano, pero toca levantarse, está amaneciendo y nuestro despertador espiritual ya está sonando…
Eba