lunes, 11 de abril de 2011

Está sonando el despertador...

Hay momentos en la vida en los que estamos como en pausa, no nos pasa nada dramático, ni especialmente feliz. Seguimos con nuestra rutina de una forma tranquila.

A veces se nos cruzan en el camino seres especiales, que son capaces de plantar semillitas que pueden florecer incluso años más tarde. Tengo la sensación que últimamente estas semillitas se van multiplicando y llegan en grandes cantidades con diferentes voces, cada una de ellas le llega a quien puede entenderla, en su idioma, con su idiosincrasia.

Yo estoy convencida que todas estas voces somos nosotros mismos, hablándonos desde otro plano, con una visión más amplia del mapa que seguimos, una versión de nosotros mismos con GPS incorporado. El problema es que esa versión de nosotros mismos debe ingeniárselas para que la escuchemos. Nos hemos esforzado tanto en suprimir todo lo que nos hace divinos, que no somos capaces de confiar en cosas tan sencillas como nuestra propia intuición (cualquier animal, por básico que sea, se guía de la suya, es ley de vida, ley de supervivencia). 

Nos hemos anclado al planeta tierra olvidándonos de nuestra propia coherencia. Hemos sido capaces de menospreciar la sabiduría de nuestros antepasados, en vez de intentar entenderla nos hemos reído de ellos calificándolos de "salvajes", "ignorantes" y "atrasados". Justo ellos que han sido los que más respetaban la madre tierra, Gaia o Sophia, cada cual le da el nombre que quiere. Ellos entienden que estamos en este viaje junto con ella, nos guste o no, debemos trabajar en equipo y con otros parámetros.

Sin embargo, somos capaces de creernos cosas tan increíbles como los sistemas políticos-sociales-económicos, sin cuestionarlas,  pero en cuanto uno las analiza con la sencillez de un niño, enseguida nos damos cuenta que algo está mal, que no pueden durar eternamente. Podemos cerrar los ojos o mirar para otro costado, pero el ciclo se cierra y no importa de qué forma, todos lo "sentimos" hasta los más escépticos. Los paradigmas se agotan, la gente empieza a buscar otras informaciones que le convenzan un poquito más…

 Y, lo más divertido es que cuando nos entregamos a la búsqueda de nuestro propio camino, cuando estamos dispuestos a "escucharnos", la información nos llega como ríos desbordados, saciando nuestra sed de querer SER. Nos vamos sacudiendo la modorra que nos mantiene atontados y las comodidades ya no nos bastan. Queremos más. Y claro, estamos en ese momento al alba, cuando el cielo aún está oscuro, que abrimos los ojos y no sabemos en qué realidad estamos despertando. El sueño vivido durante la noche aún nos parece más real y seguimos confundidos. 

Pero nos hemos puesto el despertador y ya ha sonado, así que con más o menos prisa, vamos desperezándonos e intentamos salir de la cama, cada cual a su ritmo. 

Ahora cada uno deberá elegir individualmente que realidad escoge, en cual quiere despertar… pero incluso las que nos parezcan más equivocadas, tendrán su espacio y serán las correctas para quien las elija. 

Toda la información se ha ido colando en nuestros sueños, durante nuestros viajes por la noche a esas realidades en dónde lo absurdo y lo genial se dan la mano, pero toca levantarse, está amaneciendo y nuestro despertador espiritual ya está sonando…
Eba

1 comentario:

  1. QUE BUENO ,NUESTRO DESPERTADOR ESPIRITUAL ESTÁ SONANDO.ME GUSTÓ.
    ABRAZOS DE PURPURINA

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