domingo, 27 de febrero de 2011

Espejo, espejito

Entre risas, llantos, errores y un montón de aciertos vamos caminando en la vida y nos vamos definiendo camino a Itaca. La mayor parte del tiempo, de manera inconsciente, negociamos con nuestros sueños para no sentir que nos traicionamos y que realmente nuestro destino es nuestro propósito, aquel que nos guía y nos obliga a ser mejores personas, aquel que definimos antes de nacer y que no recordamos con detalles, pero que sigue ahí… esperando para emerger.

Y este viaje lo hacemos en muchas ocasiones acompañados: padres, amigos, parejas, hijos… todos maestros.

Son las relaciones, las que emergen automáticamente en todas las lecturas de RA. Las más habituales y complicadas suelen ser las relaciones entre padres e hijos… aunque no las únicas.

Cuanto más amamos más difícil es no juzgar, y ese es un gran reto: Aceptar sin cambiar, con errores, con incoherencias, entender que no debemos cambiar al otro ya que lo que más nos molesta de él, es un reflejo de lo que no nos gusta en nosotros. Hay algo que asusta más que descubrir cosas que no nos gustan de nuestros padres en nosotros mismos… y es descubrirlas en nuestros hijos. Porque tendremos que trabajar esos links por partida triple. Podemos cambiarnos a nosotros, no a los otros, ¡ni siquiera a nuestros hijos!

A veces, aceptar que no podemos hacer nada para ayudar a nuestros seres queridos es nuestro propio aprendizaje, el más duro, en ocasiones.

Tengo una buena amiga que adora los espejos, tenía un recibidor en su casa lleno de espejos restaurados y cuando entrabas se generaba un efecto mágico, dulce, como de muchas posibilidades. Yo siempre creía que cada día podía elegir, en un espejo de su entrada, que “yo” de ella salía por la puerta. Cada día en un espejo diferente y dejaba el resto de sus “yo” en esos guardianes de nuestras almas.

En cambio a mí siempre me han dado miedo los espejos, sobre todo de noche, es algo irracional que no puedo explicar (algo para trabajarlo con los registros… je,je,je) y muchas mañanas cuando aún estoy dormida prefiero arreglarme sin mirarme en ellos (no quiero pensar que dirían los psicólogos) pero si acepto lo que he trabajado a través de otras personas entiendo que es pereza de trabajar esos reflejos míos que no me gustan y que no me acompañan con amor en mi camino. Tengo miedo de ver reflejadas a esas otras personas, que juzgo con tanta facilidad, en vez de mi cara.

No sirve cerrar los ojos, hacerse trampa, debemos aceptarlos como espejos y trabajar nuestros contratos con ellos y con nosotros mismos. Y cuando aceptamos eso, vamos vaciando la mochila (esa que cargamos en la espalda) y empezamos a transitar un poco más livianos.
Eba

1 comentario:

  1. Espejos,lindo tema hija queridísima, y tenés razón en cuanto a los miedos de verse en esas personas que uno juzga, pero yo iría un poco más allá y es tambien lo que hemos aprendido hasta ahora y es ver, verse en lo que uno juzga, pero tambien hay un miedo a reconocerse, y una resistencia a VERSE en todo lo maravilloso que uno VE en los otros, OTROS como espejos
    es un ejercicio que debemos hacer a diario, y retomar todo lo que ponemos en los otros, y que sí son espejos, sí son nuestras cosas, sí el otro excepcional, pero yo tambien en tanto me reconozco igual
    y tú espejo mío sos excepcional, todo lo que ponés en mí , sos tu
    besos gigantes
    y me encanta esto del blog, pese a mi ignoranci en el tema
    fuerza y adelante
    ma

    ResponderEliminar